RICOS

MUY POCOS ELIGEN SER RICOS, ¿QUÉ ESPERAS?

Estoy en el mundo de formación, inspiración, entrenamiento… y quiero contarte algo que he aprendido. Y es que hay muchas clases de maestros y muchas clases de alumnos.

Respecto a los maestros: los hay que «enseñan de oído»; es decir, repiten conceptos que han oído de otros sin haberlos contrastado con su experiencia personal. En el ámbito de la enseñanza del dinero, hay maestros de riqueza que están en la ruina. Tal como lo oyes, y son la mayoría. Huye de ellos como de la peste. En realidad no es gente mala, solo que necesitan aprender desde la experiencia para poder enseñar a otros lo que quieren para sí mismos. Son alumnos disfrazados de maestros.

Y luego los hay que han aprendido desde la experiencia propia. Estos te enseñarán de verdad.

Para reconocer a unos y otros es sencillo: mira cómo les va en su vida, su mundo es un reflejo de lo que son, no de lo que dicen.

Respecto a los alumnos: los hay que buscan solo la esperanza de cambio y con eso se contentan (la mayoría), los curiosos, y los que realmente están comprometidos con el cambio (y son un % muy reducido, los menos).

Por eso sé que de los asistentes a mis cursos, muy pocos aplicarán lo aprendido y notarán un cambio real en sus vidas. El resto se contentará con saber que pueden cambiar sus vidas algún día, si se deciden. Otros son curiosos, mirones, alumnos que picotean aquí y allá sin profundizar en nada. Ya la misma forma de inscribirse y las preguntas que hacen, delatan al alumno. Y así entreveo a qué grupo pertenece. Cuando intuyo que es un mirón o curioso, a veces ni respondo a sus preguntas o emails, porque es perder el tiempo. Seguramente comprarían el curso, pero yo no se lo quiero vender. Prefiero que no vengan si no ha de servirles de mucho. Solo quiero dinero coherente de clientes coherentes.

Mis salas nunca tendrán llenos masivos, y lo prefiero, y te diré por qué.

Un auténtico maestro confronta a sus alumnos con su realidad y les propone cambios de 180 grados, o sea: pone patas arriba todo lo que cree, sabe, hace. Y eso duele. Muy pocos están dispuestos a ser cuestionados de arriba a bajo. ¿Entonces, para qué se apuntarían a un curso?, pensarás. Sencillo: para negociar con la verdad y tomar solo la parte que les interesa y descartar lo que supone un cambio demasiado radical. O sea, aprender lo que les «conviene» que es lo mismo que no aprender.

Te aseguro que en tema del dinero salen chispas cuando se tocan ciertas creencias. Lo he comprobado.

Yo me pregunto: ¿si un alumno no quiere un cambio radical, para qué diantres quiere un cambio? Los cambios verdaderos son radicales, son de 180 grados. Lo cambian todo… Lo demás es disfrazar la mentira, negociar la verdad, maquillar lo no deseado… perder el tiempo, autoengañarse, marear la perdiz. En ocasiones, al recibir preguntas de alumnos cuando ya hemos acabado la formación, me pregunto: ¿Por qué ha venido? Pienso: Sigue siendo el mismo que entró y parece no haber escuchado nada de lo que se le ha dicho. Lastima.

Las salas de los maestros que enseñan «cambios que no son cambios de verdad» se llenan a tope, sus enseñanzas son populares y aceptables, sus revelaciones son cómodas, no deshacen una mentalidad previa, y a eso se apunta la mayoría: lo fácil. Pero las salas de los maestros que enseñan cambios verdaderos nunca se llenan del todo porque solo unos pocos están listos para un gran cambio. Lo he comprobado.

La riqueza es un compromiso, no un deseo.

Es una elección firme. Sin que importe el precio.

Cuando hablo en una formación de: cambiar creencias, alquilar tu propio piso, dejar un empleo, amar la venta, abrazar la incertidumbre, trabajar con disciplina… noto como se cierran las mentes a estas propuestas: muchos por ahí no pasan. Se apagan. Lástima. Esperan algo más fácil y llevadero. Pero yo no tengo propuestas vanas. Tengo resuelto el tema del dinero, y sé cual es el precio porque lo he pagado.

Lo tengo asumido, sé que mis propuestas cambian vidas, pero el precio de renunciar al auto engaño es demasiado caro para la persona promedio. Y no me importa.

Todos reciben la llamada a una vida más lograda, pero pocos atienden la llamada. Parece ilógico, pero no lo es; porque el precio de mejorar tu vida es morir en un nivel de conciencia y nacer en otro, y eso es mucho pedirle al ego.

Cuando enseño riqueza, cosa a la que todo el mundo se apunta, ocurre lo mismo. Cuando se descubre el precio del cambio, pocos están dispuestos a pagarlo. Y no estoy hablando de dinero. Tú ya me entiendes.

 

Los ricos lo son porque están comprometidos a ello, el resto no pueden serlo porque solo lo desean.

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2 comentarios
  1. Adalberto Herrera E
    Adalberto Herrera E Dice:

    Hoy día vivo mi vida desde el amor. Después de tener la oportunidad de leer su libro «súper coaching» lo primero que Hice fue llevarlo a la práctica a mi vida, aún estoy en el proceso, ya llevo más de un año que lo leí por primera vez. Me gustaría poder ir más allá, vivo en Colombia, hoy día estoy en NY city. cumpliendo con mis promesas de vida…pasos pequeños para cumplir metas grandes.

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  2. Mario A. Ferrer
    Mario A. Ferrer Dice:

    Las personas se resisten al cambio, si no tienen la seguridad de ver recompensas altas al hacerlo. Prefieren recorrer el camino que otros ya han transitado que construir su propio camino. Se resisten, sin siquiera estar a gusto con la vida que hoy llevan. Todos quieren dinero, pero no están dispuestos a romper viejas paradigmas y mitos que no son más que frenos hacia el camino de la abundancia. Los ricos, se comprometen, no se alquilan, hacen lo que la gran mayoría de las personas no están dispuestas hacer por miedo. Gracias por sus reflexiones.

    También me gusta enseñar y me he comprometido con ser un aprendiz de por vida. He compartido contigo la página web de mi equipo, que aunque tiene pocos días de nacida, está hecha con pasión. Somos tres jóvenes de 24 años comprometidos con el ExitosinCer0.

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